UNA
HERENCIA ESCOGIDA.
Guárdame, oh Dios,
porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste a Jehová: TÚ ERES MI SEÑOR; No hay para mí bien fuera de ti. Para los santos
que están en la tierra, y para los íntegros, es toda mi complacencia. Se
multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentemente a otro dios. No ofreceré yo sus libaciones de sangre,
Ni en mis labios tomaré sus nombres. Jehová es la porción de mi herencia y de
mi copa; tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,
y es hermosa la heredad que me ha tocado. Bendeciré a Jehová que me aconseja;
Aun en las noches me enseña mi conciencia. A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no
seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne
también reposará confiadamente; Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás
que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia
hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre. Oye, oh Jehová, una
causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin
engaño. De tu presencia proceda mi vindicación. Vean tus ojos la rectitud. Tú
has probado mi corazón, me has visitado de noche; Me has puesto a prueba, y
nada inicuo hallaste; He resuelto que mi boca no haga transgresión. En cuanto
las obras humanas, por la palabra de tus labios Yo me he guardado de las sendas
de los violentos. Sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no
resbalen. Yo te he invocado, por cuanto tú me oirás, oh Dios; inclina a mí tu oído,
escucha mi palabra. Muestra tus
maravillosas misericordias, tu que salvas a los que se refugian en tu diestra,
De los que se levantan contra ellos. Guárdame; como a la niña de tus ojos; Escóndeme bajo la
sombra de tus alas, De la vista de los malos que me oprimen, De mis enemigos
que buscan mi vida. Envueltos están con su grosura; Con su boca hablan
arrogantemente. Han cercado ahora nuestros pasos; Tienen puestos sus ojos para
escucharnos por tierra. Son como león que desea hacer presa, Y como leoncillo
que está en su escondite. Levántate, oh Jehová; Sal a su encuentro, póstrales;
Libra mi alma de los malos con tu espada. De los hombres con tu mano, oh Jehová,
De los hombres mundanos, cuya porción la tienen en esta vida, Y cuyo vientre
está lleno de tu tesoro, Sacian a sus hijos, Y aun sobra para sus pequeñuelos.
En cuando a mí, veré tu rostro en justicia; Estaré satisfecho cuando despierte
a tu semejanza…- Salmos capítulos 16 y
17. Amen Dios les bendiga.
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